martes, 17 de mayo de 2022

Vida práctica

- … Estaba dispuesto a todo. Era solo cosa de unos cuantos pasos con la fuerza suficiente para saltar y acabar con todo. Así, fácil. Pero de un momento a otro escuché una voz. Sé que sonará extraño, excéntrico y hasta ilógico lo que diré, pero era una voz sin sonido. Sí, lo sé. Pero esa voz, su presencia en sí misma, me hablaba directo acá, a mi mente. Y aquí, a mi corazón. Me decía que así me sintiera solo, la salida no era esa. ¿Acaso había vivió hasta ese momento solo para acabar con todo de un salto al vacío? No. Y de allí, con la fuerza que esa presencia me infundía, me fui a buscar ayuda para mi problema, pero siempre recordando, amigos, que no tal vez, sino seguramente, fue Dios quien me extendió la mano para continuar con su regalo: la vida. Muchas gracias por escuchar.

- ¡Gracias a todos nuevamente por escuchar con tanta atención la conmovedora historia de David! Y mientras él se retira a descansar, nosotros continuaremos ofreciendo nuestro corazón al señor.




- ¡Te fue genial “David”!

- Sí, sí… como digas. Pero no me llames así, ¿ok?

- Pero “David”, ¿viste la reacción de todos allá a fuera? Creo que más de uno quería llorar. Eres un ducho cuando de hablar se trata.

- De algo tenían que servir las clases de actuación. Ahora deja la palabrería y págame, que es viernes y el cuerpo lo sabe.

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