En esta época sus gustos simplemente eran equivocados. Había sido influido por los elfos de Tolkien, de Hennen, De Mari, incluso por el doméstico de Rowling. Pero, al final, renunció del todo a terminar su más amada y mayor obra de literatura fantástica. ¿Por qué? Bueno, ante la duda del rechazo continuo de su borrador, no solo por parte de las grandes casas editoriales, sino también las más pequeñas e independientes, decidió compartir el primer capítulo en sus redes. ¡Crasso error!
En un primer momento lo acusaron
de tomar como modelo al hombre blanco y colonizador; incluso insinuaron que
rayaba en el ideal de los nazis. Tales críticas le hicieron modificar el tono de
piel de algunos personajes. Poco después, resaltaron el contenido machista,
tanto por la cantidad de hombres, como por el hecho de que el gran villano era
una mujer. A esto se anexaba el señalamiento de que las intervenciones
femeninas eran mucho menos. Esto le tomó un poco más de tiempo de rehacer, pero
lo logró de manera satisfactoria.
Después vino un odio encarnizado,
por no ser suficiente inclusivo. Según los comentarios, prácticamente todos los
personajes tenían bellos cuerpos, lo cual no retrataba la realidad tal cual era,
al igual que toda relación amorosa era meramente heterosexual. Si bien al
principio se cuestionó el cómo ellos podían saber qué un elfo, y otras
criaturas fantásticas, salidas de la imaginación, debía tener x o y cuerpo,
como x o y orientación sexual, terminó por acceder, no sin días y días de
trabajo, en una lucha para no perder la lógica de fondo.
El golpe de gracia vino cuando,
en una nueva arremetida, le criticaban que todo se llevar a cabo en medio de
una guerra. Porque eso no era únicamente un retrato del odio. No. Debido a su
figura de escritor, tenía una responsabilidad social, y centrar el argumento de
su obra ello era igual al promoverlo. Esto continuó con las escenas eróticas,
por su tono sexual; los diálogos, por utilizar palabras que sonaban ofensivas; con
las referencias a lugares y ropa, por apropiación cultural; Incluso existió
muchos ataques a ciertos animales de carga o mascotas, porque fomentaba el
maltrato animal.
Si bien sabía en su fuero interno
que dar gusto a todos por todo, acerca del contenido de su obra, era el primer
y único real error que no debía cometer, también era cierto que el nunca
recibir un por qué al rechazo continuo de su obra por parte de las ya nombradas
editoriales, lo llevaba a un desvelo mayor que aquellas continuas
modificaciones a las cuales sometía su libro. Sin embargo, lo que terminó por
hacerlo renunciar del todo, fue cuando una ola de detractores lo atacaron
porque, de tanto modificar lo que había escrito, lo consideraban poco o nada
original, y los pocos aciertos que había tenido con anterioridad (no estaba
seguro de cuales), habían sido erradicados solo para agradar a los estereotipos
que venden y “hacen ruido”.
Ya derrotado, y sin esperanza
alguna de sentirse bien con esa quimera que solo le traía notificaciones
negativas, ni siquiera le subió, un ápice el ánimo, cuando Disney lo contactó
por los derechos de su obra (querían verla completa, pues apenas lo escrito les
gustaba), ya que respondía “a las necesidades sociales del momento”.
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