martes, 5 de abril de 2022

Sin respuesta

- David, hijo mío, no soy más que un guía espiritual, y no sé si me compete entrometerme en la vida de los feligreses, pero me preocupa tu recurrencia a confesarte cada vez que puedes. ¿Qué es lo que te hace venir tan seguido pequeño?

- Padre, ya se lo he dicho. Soy un niño malo.

- Pero David, uno puede descuidarse en pequeñas cosas. A veces el camino del Señor no está presente todo el tiempo, y fallamos; no creo que tu hayas cometido, o cometas, tantas cosas malas a tus cortos, ¿trece años?

- Catorce hace una semana Padre.

- ¡Imagina! Apenas catorce. No creo que los pecados que me has contado hasta el día de hoy merezcan penitencia diaria y ese sufrimiento constante. ¿O me estás ocultando algo?

- ¡No padre, nunca! Siempre que vengo a confesarme le cuento dodo, todito…

- Me haces dudar pequeño. Dime, qué pasa. Yo sabré ser una tumba.

- Padre, creo que estoy perdiendo la fe, y no sé que pensaría mi mamá o que haría mi papá si lo supieran…

- Hijo, la duda es algo natural y saludable en el hombre para buscar el camino de Dios con mayor convicción. Créeme, yo también llegue a tener dudas, pero heme aquí, ayudando a otros a encontrar la salvación. Si yo pude, tú también puedes.

- Pero padre… Soy una persona mala…

- David, solo cálmate. Respira profundo. Sí, eso. Seca tus lágrimas y cuéntame, por qué crees que eres una persona mala y que relación tiene con tu fe.

- Padre, es que todos los días siento que actuó mal. Que me esfuerzo en hacer las cosas correctamente y fallo y fallo. Soy un desastre. Un asco. Padre, yo no estoy aquí tan seguido por gusto… Mi mamá y mi papá me obligan. Si no fuera por el colegio, segurito estaría en misa de seis todos los días y pidiendo confesión cuando se acaba…

» Todos los días Padre, ¡todos los días! Cuando salgo de casa mi mamá no solo me persigna, sino que me repite las mismas cosas: “Tenga cuidado con los malos pensamientos mijito. Ya sabe que el diablo anda rondando en todos los rincones. Sumercé es un hijo de Dios, y los que luchamos por ser puros, estamos ante amenazas constantes”, y tantas otras por el estilo.

» Vivo clavado leyendo la biblia todos los días… Disculpe que llore así Padre. Pero apenas salga de acá después de la penitencia, tengo que llegar a la casa, ayudar a hacer los qué haceres, acabar la tarea, y ¡ay donde mi mamá me vea sin hacer nada! Comienza a decirme qué si ya estoy libre, comience con los pasajes del libro sagrado… Y lo peor no son los días como hoy domingo Padre. No. Lo peor es cuando llego del colegio.

» Mi mamá siempre me recibe con el beso de buenas tardes, pero ni me pregunta cómo me fue en las materias. No. Solo se dedica a joderme… Perdón por la palabrota Padre. Pero solo me molesta con que soy una mala persona. Que a mi edad uno solo piensa en sexo. En pecados de pensamiento y acto. Que ella sabe que yo tengo una mente sucia, y me dice que le confiese qué cosas cochinas han pasado por mi mente durante el día. Y yo padre, se lo juro, no sé que hacer, ni qué decirle…

- Calma, pequeño. Vuelve a respirar profundo. Eso. Ahora cuenta mentalmente y despacio hasta diez. Eso. Escucha mi espiración y cópiala. A ver. Uno, inspira; dos, expira. Una vez más. Eso. Vamos, una más. Bien hecho. Ahora, ¿quieres continuar? ¿Sí? Bueno. Ve despacio.

- ¿Dónde me quedé? Ah, sí. No sé qué más decirle a mi mamá. Hay una niña muy linda. Clara. Ella es la más linda del salón. Para mi del colegio. Pero comencé a verla con los ojos pecaminosos de los que advertía mi mamá. Quería hablarle, tomarle la mano, sentirla y hasta besarla. Todo eso se lo conté a mi mamá cada vez que me pasaba. Como me sentía culpable por esos pensamientos, comencé a dejar de mirarla. Igualmente creo que no sabe ni de que existo. Pero no, ahí no paró. Mi mamá no creyó en mis esfuerzos, ni siquiera los días que en verdad logro alejar esos pensamientos impuros. Como no tengo amigos, porque ellos también pervierten la mente, he logrado días concentrado en las materias y en Dios. Pero todos los días tenía que rendirle cuentas. “Mentiroso”, me dice ella. Porque los hombres tenemos la mente sucia, y no hay un solo día en que nosotros no tengamos un mínimo de malos pensamientos. Y yo busco, y busco, y busco. Porque si mamá lo dice, debe haber algo malo que yo haga y pase por alto, porque como soy hombre soy malo, y padre… cualquier cosa me sirve para sentirme mal. Como respondo a los profesores, si no pongo suficiente cuidado a las clases, si accidentalmente empujo a alguien… Cualquier cosa me sirve para entender cuan malo soy en todo lo que hago …

- Hijo mío, en todos los años que llevo… Disculpa si mi voz se debilita. Hijo mío, tu no eres malo, y hay cosas que son inevitables y, si bien debemos mejorarlas, no todo nos hace malos. Por ahora, hijo, me siento de brazos atados para darte una respuesta certera a tu problema. Mientras pienso si podemos hacer algo, ve a hacer tu penitencia. La misma de ayer. Ve con Dios.

- Gracias padre… Pero soy una mala persona.

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