lunes, 4 de abril de 2022

Así de sencillo, así de real

Los ojos hacían agua cada vez que recordaba aquella fiesta en su honor. Una cena digna de cientos de fotos para Instagram; Un hashtag, como intento cálido de poner de relevancia lo importante que era aquel momento de su vida. Un pastel de tamaño generoso, con una cámara y una libreta de notas con lápiz como decoración. Un vestido negro, largo y sofisticado hecho a la medida. ¡Dios! Hasta algunos profesores habían ido a su celebración. Y el mejor detalle de todos: su diploma en un pequeño soporte, en donde rezaba su nombre completo sobre el título Comunicadora social. Y es que esa emoción y esas imágenes que revivían con tanta viveza, y que venían con unas lágrimas casi incontenibles, eran cada vez más frecuentes, más fuertes, más inevitables. Pero que en cada ocasión, como ahora, ocurría en el peor momento de todos; aquella bella escena, donde el orgullo la henchía y colmaba, donde sentía que podía devorar el mundo, se chocaba estrepitosamente con… (¡Fernanda! Su nombre la hizo abandonar su ensoñación. Su nombre provino desde la ventanilla para dejar su tercera hoja de vida del día, octava de la semana) el mundo que terminó por devorarla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario