domingo, 3 de abril de 2022

Ella era así

Karen era no aparentaba su verdadera edad. Una genética bendecida le otorgaba una piel clara, tersa y suave; un blanco inmaculado que parecía reflejar la misma luz y le infundía una homogeneidad aún mayor. Las proporciones de su cuerpo eran una oda a la armonía imposible de ignorar y, fuera donde fuera, su cabello castaño de rizos voluptuosos, brillantes y de un volumen grácil, acompañado de unos ojos de color miel y de mirada cautivadora, se robaban la atención hasta del más obtuso en la belleza. La sonrisa, ¡Dios, su sonrisa! Delicada y de proyección sincera, que se conjugaban perfectamente con palabras y modales dignos de una dama. No. Karen no aparentaba sus veinte años. De hecho, tampoco su pasado traumático, sus verdaderos sentimientos, o incluso sus intenciones poco antes de empuñar el arma y matar a su víctima.

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