jueves, 7 de abril de 2022

Camino sin retorno

Se puso las medias veladas, y su textura le causo una sensación extraña. Era como una piel extra que no dejaba espacio al movimiento espontáneo, pues a cualquier movimiento repentino podrían romperse. Pero apenas había comenzado, y no dudaría en continuar.

El vestido era negro. Entallado. Se veía algo pequeño, pero entró sin mayor problema. Le llegaba a los tobillos. Seguramente, pensó, el frío se colaría por allí en un mal día. De hombros le quedaba bien, y la espalda era contorneada de manera agradable. Debía aceptarlo.

Después, venían los los tacones. Estos le regalaron una extraña sensación al ponerse de pie, y alcanzar una significativa diferencia de altura. Aún más particularidad era caminar; cada paso torpe parecía atraer al siguiente, en una extraña danza y lucha por no caer. Era como aprender a caminar.

Luego tomó el maquillaje y trato de hacer algo lo más cerca posible a lo que había visto en TikTok, Youtube o en las diversas páginas que arrojó Google. Acto último que, al estar terminado, lo empujaba a ver el resultado en el espejo: simplemente monstruoso.

Horroroso como podría ser la primera vez que intentas tantas adecuaciones nuevas; tantos cambios ajenos. Sin embargo, esa era su nueva realidad. Su terrible nueva realidad. A la que se había resignado después de tanto sufrimiento, de tanto pensar. Pues, al final de todo, no podría, jamás en lo que le restara de vida, relacionarse con alguna mujer de la misma forma; verse de la misma manera. Lo que le hizo ese hombre en el viaje de regreso a casa, era algo que no le permitiría volver a ser el mismo.

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