lunes, 28 de marzo de 2022

De alguna u otra forma…

“Sabes, yo estudio medicina en la javeriana”, “¿veinticuatro y no has hecho el profesional?”, “Mijita, eso sáquese un préstamo en el ICETEX y ya”. Todas esas dolorosas palabras se iban menguando cada vez que metía los dedos en lo profundo de su garganta. El tormento de las tripas retorciéndose y las arcadas eran casi insoportables. Casi. Pues cada cápsula plástica que lograba vomitar, era acompañada de una satisfacción traducida en una sonrisa retorcida de saliva que largaba desde sus labios para terminar en el mentón. ¿Qué importaba la incomodidad o la imagen que reflejaba en el espejo de ese baño desconocido? Si cada una de esas cuarenta y nueve pequeñas que expulsaba poco a poco, representaban todo. Limpiarlas de su saliva y los jugos gástricos era una nimiedad, al lado de volver a Bogotá y cerrarle la boca a más de uno cuando entrara a la universidad.

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