lunes, 23 de mayo de 2022

Y al bajar la cabeza

Se sentía mal consigo mismo. No. Mucho peor que simplemente mal. Era un reproche a su moral, a la educación que había recibido; las sabías palabras de su madre volvían una y otra vez atravesando su alma, mientras la culpa, cual pecado, caía al corazón sin piedad alguna. ¿Cuántas veces tendría que repetir aquella experiencia tan absurda, ególatra y falsa sobre sí mismo? ¿Cuántas veces una máscara de falsedad se impondría? Todo se profundizaba al reconocerse como un embustero nato. Como si hubiera nacido con aquella horrible facultad de engañar. Sonó el celular. Se sintió sucio ate el mensaje de bienvenida. Había obtenido el trabajo.

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