domingo, 17 de abril de 2022

Por un instante lo supe todo

Cuando tomé conciencia me encontraba en un lugar singular, si es que a eso se le puede llamar lugar. Era todo oscuro y luminoso a la vez. Todo espacio y vació al mismo tiempo. La extrañeza se apoderó, no sin alarmarme un poco, hasta el punto que concluí lo que parecía evidente: estaba muerto. O eso esperaba. Porque si estaba en coma, no deseaba en absoluto pasar un tiempo indeterminado hasta el descanso definitivo.

- Bienvenido hijo mío.

Una voz profunda, la cual no podía determinar si era de hombre o mujer, o incluso de donde provenía, se insertaba cálida y robustamente en toda mi extensión inexistente.

- ¿Dios? – Pregunté por reflejo, con un dejo de incredulidad.

- Sí, hijo, soy yo. Así lo dudes. Así no hayas creído en mi la mayoría de tu vida. Así hayas muerto y no creyeras en la otra vida.

Tal situación era no solo confusa y reveladora, también misteriosa por cuanto esa voz, de ser verdaderamente Dios, entendí, sabría todo de mí. O al menos, sabía algo sobre mí, pues lo había demostrado.

- Sí, hijo mío. Sé todo sobre ti.

La calma, que podría parecer insólita para tal situación, me colmaba. Cosa extraña al estar ante el ser todopoderoso inculcado en nuestra cultura occidental. Es más, el pavor debería haberme dispuesto completamente de mi ánimo, pues cientos de pensamientos y recuerdos de los textos sagrados se atropellaban en mi mente; en su mayoría narraciones sobre la crueldad de este ser. Sin embargo, supuse, y comencé a confirmar, que era quien decía ser, pues a mis preguntan no pronunciadas, daba respuesta de manera automática.

- No te preocupes. Has tenido una vida bastante limpia, así no creyeras en mí. Tu camino ha sido el de un ser humano honesto, así que sí, te has ganado el cielo. Y sí, sí existe el cielo, solo que no es tal y como lo pintan en la biblia o lo recrean las películas o imágenes. No. Es mucho mejor.

» ¿El infierno? Sí hijo, también existe, pero tampoco como lo imaginas, pero tampoco es mucho peor. Es más bien, un lugar de redención.

» ¿Quieres saber más? Estas bastante lleno de preguntas, pero sí, responderé si quieres.

» ¿Qué sí sabía que morirías? Claro. Yo lo sé todo, y sabía de antemano que aquél freno de mano fallaría exactamente cuando pasaras por detrás del auto.

En este punto, a pesar del miedo que podría infundir una existencia tal que su poder va más allá de los límites humanos, mucho más allá, un sentimiento de rencor comenzó a envenenarme. No era justo que yo muriera de una forma tan… ¿Tonta? ¿Ridícula? ¿Arbitraria? Sé que no tenía una vida exitosa, como podría imaginarse. Pero tampoco era aburrida. En general, era humildemente feliz.

- ¿Por qué no lo evité si soy Dios? Porque es parte del plan hijo. Todo es parte de un plan más grande.

» ¿Qué si era necesario que murieras para ese plan? Bueno, hijo, en cierta medida sí. Pero tienes razón, no del todo, no puedo mentirte, pues soy Dios.

Afirmación que se sentía temeraria o totalmente sincera. ¡Obvio! De ser quien dice ser (y hasta el momento lo había demostrado bastante bien), no era necesario que mintiera. Además, ¿de qué le serviría hacerlo a un ser todo poderoso? Pero si era todo poderoso…

- ¿Por qué no intercedí si tu muerte no era absolutamente necesaria? Bueno, hay cosas en las que mi mano no debe interferir, por la libertad que debe tener el mundo. Además del plan. No lo debes olvidar, ya que entras al cielo.

» ¿Por qué no ejecuté ya le plan tal cual es? Pues como tal no habría problema en hacerlo, lo haría ya mismo de querer hacerlo, pero no es necesario, hay que dejar que todo fluya. Que los caminos se den tal cual deben darse.

» ¿Pero sería algo innecesario? Bueno, sí, hijo, tal vez lo sea. Pero acelerar las cosas no las hace más fáciles.

Parecía que, en cierta medida, solo me cabía duda que fuera Dios. No que no fuera el Dios que la cultura nos ha enseñado, sino, más bien, que no tenía todas las capacidades, o poderes si se quiere, que se le ha atribuido tradicionalmente. Pero esto particularmente no fue respondido por él, sino que continuó con mi siguiente pensamiento, como si saltara esto en particular.

- Ten en cuenta, que al final, lo hago por amor.

» Sí, soy capaz de amar. Porque si no los amara, no los habría creado.

» ¿Qué el amor no me haría perfecto? Hijo, entiendo tu razonamiento. Si yo soy perfecto, no necesito nada más que a mí mismo para serlo. Al sentir amor más allá de mí mismo, es porque necesito algo más allá de mí, y por tanto sería algo incompleto al necesitar un objeto de amor. Por tanto, no sería perfecto, seguido de esto, no soy Dios o no soy un dios tal cual dicen las escrituras y los predicadores. Pero, ¿tú que crees? Bueno, pregunta tonta, porque sé que es lo que crees.

» ¿Si no caería yo en una contradicción? No hijo, yo voy más allá de las contradicciones; de la lógica humana. Si no fuera así, no sería Dios. Su único y verdadero Dios.

» ¿Egoísmo? No hijo, los seres humanos tienen la libertad de creer en lo que quieran así estén equivocadas, y así yo lo permita al poder impedirlo. Después de todo tienen libre albedrío. E hijo, no te esfuerces tanto, toda pregunta que puedas formularme acerca de mi existencia o moralidad, ya la he escuchado y respondido por siglos y siglos. De hecho, todo lo que sucederá de aquí en adelante lo sé, lo he sabido, lo sabré, etc.

Aunque Dios, este dios, me respondía a todo con las misma lógica convencional, misteriosa y poco clara en muchos sentidos, que había explorado ya en mis conversaciones con creyentes y predicadores, un sin sabor (digo esto en sentido figurado claro está) me desanimaba, por más que, al parecer, tenía el cielo ganado. Nada carecía ahora más de sentido. Primero, porque si las personas eran libres y podían hacer lo que quisieran, y aun así mataban hasta niños inocentes a lo largo de la historia, y Dios no intercedía por más que fueran inocentes, no era todo poderoso. De poder hacerlo y no quererlo hacer era egoísta, y de ahí, como el amor que predicaba, tenía razones muy humanas que lo harían imperfecto, cosa que iría contra su principio de perfección y por tanto no era Dios. Sin embargo, a esto último ya había recurrido, y no quería retomar un razonamiento ya extinto, pero… ¿Por qué omitió aquella parte en específico que anteriormente yo había pensado? Entonces, cuando iba a expresar aquella duda, su voz me cortó en el mismo tono de ternura y clama:

- ¡Ay hijo mío! Ya te he dicho que todo lo que te ingenias en pensar ya lo he escuchado hasta saciarme. Pero ustedes, humanos, mis creaciones, a veces dudo de haber hecho lo correcto para mi, para ustedes. Tendrás que comenzar desde cero para que reconozcas quien soy y a quien debes doblegarte…

En ese momento el ambiente se enrareció. Comenzó a dilatarse y contraerse el espacio; el tiempo mismo. Por un momento, tan exiguo como la millonésima parte de un segundo, pero tan profundo como la existencia misma, fui uno, realmente uno, con ese ser. Y entendí, entendí sus debilidades, su existencia limitada, su poder marginado y su egocentrismo que no lo hacía Dios de nada ni nadie, más que de sí mismo y de lo que podía someter, pues él solo era…

Y en ese instante mis ojos se abrieron de par en par, mientras mi cuerpo físico convulsionaba y se veía impelido a respirar velozmente y a exhalar alaridos.

- ¿Qué es doctor? – Se escuchó en la oscuridad.

- Es un niño señora – le respondió otra voz.

Un terrible frío recorrió mi cuerpo. Pero no por la situación en la que me hallaba cono tal, donde era testigo consciente de estar viviendo a carne viva mi propio nacimiento. No. Sino porque al unirme tan esencialmente con ese ser, entendí plenamente sus intenciones, y sabía que esta memoria de toda una vida, pronto moriría con este nuevo cuerpo. Estrategia de esa entidad que irritado, castigaba a todo aquel que entendía su soberbia naturaleza y su verdad.



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Cuento hecho a partir de una pregunta disparadora: ¿Qué pasaría si murieras y te encontraras a Dios?

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