Don Mario buscando se hallaba ese día
entre sus cosas una camisa roja,
porque la muerte danzante se le antoja
llevar pronto a muchos su compañía.
Y al aire viciado su camisa extendía,
entre lágrimas que su alma arroja,
pues la camisa en una ventana se aloja
para una ayuda que jamás llegaría.
Retrocede la cansada mirada,
allá, donde su medio corazón anida,
sus frágiles voces callan
que entre tiernos abrazos se resguardan,
al injusto olvido de la vida,
pues abandonados por el mundo se hallan.
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