domingo, 1 de mayo de 2022

No escupas para arriba

Raúl llegó a su apartamento enojado. Actuó, sin embargo, de forma natural, dentro de lo posible, para no levantar sospechas de su esposa. Después de una hora de Netflix y preguntas estándar, decidió meterse un rato en el baño. Había dejado el celular en la mesita de noche, no sin antes eliminar toda la conversación con “Lauren”, y vaciado los archivos temporales. “Lauren”. Nombre inventado por esa estúpida de Carolina. “Lauren”, ¿Cuánto por tu contenido? Había preguntado. “Lauren”, ¿acaso no te conozco? Sí, “Lauren”, soy yo, Cristián, el pollo, del colegio. Qué me dices ¿Recordamos viejos tiempos? ¿Perdón? ¿Acaso no quieres algo más de dinero? “Lauren”, malparida, ¿se creció porque se pone correas como una perra y me dice que no cobra por el ratico? Sí. Esa era, en resumen, la conversación. Se dejó calentar la cabeza en el momento, y si no fuera porque era un perfil alterno donde no aparecía relación alguna con su esposa, las amenazas de mostrársela a “su pareja”, podrían haber tenido graves consecuencias. ¡Hija de puta! ¡Hija de las re mil putas! Al final, antes de bloquearlo, le dio donde más le podía doler; donde cualquier mínimo de sal le haría arder. Pues sabe qué, pequeño hijueputa. Mientras su mujer, si es que tiene una, seguramente lo está esperándolo en un cuchitril de mierda, “a mí, su morbosidad, me duelen tanto acá en mi penthouse, como sus groserías mientras manejo mi Lamborghini”. Acto seguido, le había enviado fotos para demostrárselo. Raúl, humillado por la fracasada y fea del colegio, a cientos de kilómetros de distancia y tantos años después, salió del baño y fue al lado de su esposa. Tratando de conciliar el sueño, su último pensamiento antes de caer en él fue que, realmente, vivía en un cuchitril.

No hay comentarios:

Publicar un comentario