jueves, 22 de abril de 2021

Orientaciones sobre qué hace la filosofía

 

La filosofía es un caso particular, porque mientras muchos podrían asegurar que es un área donde se habla de temas que no tienen nada que ver con la realidad, otros podrían tener la convicción acerca de que realmente la filosofía, si bien habla de cosas reales, no hace o sirve para nada. Así, ¿para qué pensar sobre la vida, si ya tenemos a la biología? ¿Para qué la muerte, si las múltiples religiones nos pueden dar una respuesta adecuada a nuestras afinidades? ¿Para qué pensar la violencia si tenemos leyes? ¿Para qué hablar de política si tenemos ya partidos y legisladores? Y ni hablar de definir como tal a la filosofía. No solo porque no es un trabajo fácil para los mismos expertos. De hecho, aun se sigue redefiniendo aspectos de la misma y desarrollando nuevas áreas donde se considera aplicable.

Pero esto último no es para desanimar, de hecho, si bien el siguiente escrito no desea compararse en absoluto a las grandes respuestas sobre la esencia de la filosofía, y tampoco pretende ser una regla que cubra todos los aspectos de la misma, si propone dar unos puntos de referencia, para entender algunos rasgos esta y, en consecuencia, de qué hacen los filósofos.

      1. No todo es filosofía.

¡Me traicionó el inconsciente! Podría afirmar alguien que confundió el nombre de una persona. “Los polos opuestos se atraen”, sería un comentario casual sobre una relación de pareja. Lo interesante, y que tienen en común las dos expresiones anteriores, es que ambas ponen en dominio común el uso de concepto que han sido desarrollados por diversas disciplinas. La primera, el (o lo) inconsciente, por el psicoanálisis; la segunda, polos opuestos que se atraen, por la física.

Si bien el lenguaje es dinámico, y como dirá Aristóteles: “el ser se dice de muchas maneras”, el problema subsiste cuando, en este caso, la filosofía se pone en servicio de cualquier forma de pensamiento o de concebir la realidad. Así, la forma de entender la vida de Neymar o James Rodríguez, como los objetivos y políticas de una empresa, o la forma de dilucidar las mecánicas de la naturaleza a partir de los astros en la astrología o la religión, no son filosofía propiamente dicha. Son formas de ver o tratar con la realidad de acuerdo a fines específicos, más afines a las creencias. Aun así, estas creencias, al igual que el conocimiento en general, servirá como fundamento para filosofar.


2.       2. Es un ejercicio de segundo grado.

Esto puede sonar extraño, pero es más sencillo de lo que puede parecer. La filosofía necesita de otro saber para realizarse. Así, filosofar sobre la matemática, necesita en principio de algo llamado matemática; la epistemología, se basa en presupuestos e investigaciones de cómo conocemos; la ética, requiere del comportamiento humano y de lo que se considera como moral o inmoral, etc. Incluso, hay filosofía de la filosofía.

La filosofía, entonces, lleva a cabo su acción sobre un saber dado, que se toma como verdadero o absoluto. Que tiene un estatus casi de incuestionable, y del cual puede sonar en algún aspecto sospechoso.


3.       3. Examina la validez de las cosas.

La evidencia en que se basa un saber para ostentar el título de verdadero, es una de las formas claras para defender una creencia. Así, en la antigüedad, el que lloviera era evidencia de una fuerza natural y fuera del control del hombre. Por ello, este fenómeno era fácilmente atribuido a un dios, que al ser benéfico, sería gracias a su bondad, y si resultaba desastroso, por su ira. Pero si bien la lluvia es algo que todos podemos evidenciar, la cosa no es tan clara con sus causas. ¿Podemos estar absolutamente seguros que su causa es la voluntad de un ser divino? ¿Es absolutamente necesario que una voluntad caprichosa nos traiga a veces la lluvia precursora de la vida, o torrenciales destructores? ¿Por qué un dios de tal poder necesitaría ofrendas o sacrificios para satisfacerse?

Así, la historia del dios es un argumento. Una justificación que defiende y trata de demostrar el fenómeno de la lluvia. La filosofía, entonces, entrará allí a examinar la necesidad de esa explicación. Cuáles son los límites y si hay otras explicaciones posibles del fenómeno. En ese orden de ideas, solo debemos cambiar la lluvia y su explicación por otros temas, como el amor, la justicia u otros, que tradicionalmente se han tratado. Claro está, si bien puede acercarse a un tema desde los puntos que resultan cuestionables, también da otros como aceptables.

4.       4. Algunos temas tradicionales de la filosofía.

Si hablamos sobre el amor, tanto un psicólogo como un neurólogo, tendrán una respuesta bioquímica. Que si bien puede ser verdadera, no nos dirá cómo debemos vivir el amor. Cuando el psicólogo nos invita a llevar a cabo ejercicios personales y sociales para equilibrar nuestras emociones, no puede definir a ciencia cierta si hay un concepto de amor que aplique para mí, con mis vivencias particulares, y en común con todas las demás personas. Cuando se incursiona en qué entendemos por amor a partir de estudios estadísticos, o herramientas cualitativas como la etnografía, nos introducimos más en el espectro de la sociología. Por su puesto, hay estudios de diversos temas desde una transversalidad de diferentes saberes: económico – políticos, socio – psicológicos, biológico – social.

La filosofía abordará el tema desde un concepto ya establecido sobre el amor (numeral 2), qué se entiende por este, por qué se entiende de esa manera, cuales son los orígenes de ese concepto, qué implicaciones tiene para las personas que lo asumen como tal, la distancia entre el concepto asumido y la práctica, etc. Y así con otros temas de su tradición como la verdad, la creencia, el bien y el mal, la justicia, la moral, la vida, la muerte, el entendimiento, la identidad; y otros más recientes como la biopolítica, la bioética, el progreso, el consumismo, lo privado y lo público, etc.


      5. Es contraintuitiva.

El sentido común es la principal herramienta que usamos para navegar en la realidad. Pero normalmente el sentido común es un acuerdo tácito construido por la educación y la tradición. Así, por ejemplo, actualmente, aun en ciudades que gozan de tecnología y acceso a la educación, las personas tratan de asegurar el sexo de un bebé por la forma o tamaño de la barriga de la embarazada, actividad que no tiene ningún sustento científico. Otro sería hacer apuestas a los juegos de azar, como la lotería, a partir de secuencias numéricas que encontramos en la cotidianidad, o nos llegan de seres sobrenaturales, como familiares muertos o divinidades. Si esto es lo que se cree normalmente como común, tanto la argumentación como la evidencia sonará no solo como contraintuitiva, sino incluso ofensiva.

Es por esto que el saber filosófico puede considerarse lejano de entender. Tiene a ver los problemas desde otras perspectivas y en la mayoría de ocasiones socavando las bases sobre las que construimos nuestras creencias. Claro, esto puede aplicarse a toda ciencia, como por ejemplo la física, donde a nivel atómico los objetos como tal no tienen contacto entre sí; es decir, si usted toma un vaso de agua con la mano o siente la tela se la ropa en su piel, a un nivel tan pequeño para los sentidos humanos, como común para los especialistas, usted no está tomando el vaso y la tela no está tocando su piel.


6.       6. Preguntas abiertas.

¿Has escuchado la expresión, una puerta cerrada, pero muchas ventanas abiertas? Pues así funciona esto. Imagina la primera persona que dudo, volviendo a uno de los primeros ejemplos, de la lluvia. No solo ponía en duda una explicación abiertamente aceptada, sino que al ponerla en duda, al menos por responsabilidad o curiosidad, comenzaba a buscar otra explicación con un montón de preguntas nuevas.

Entendido, la lluvia no es el capricho de un dios, pero entonces ¿cuál era la dinámica de esas formaciones minúsculas de agua? ¿Tendría que ver con el agua de los ríos o el rocío de las plantas? Si es así, ¿por qué medio el agua se eleva a los cielos para luego caer? ¿Cuáles las condiciones o la necesidad de que vuelva a tierra como un clico? ¿Qué pasa con los lugares que no llueve? Y así, la apertura de un solo problema, a partir de la duda, se vuelve una búsqueda de respuestas en favor de cerrar de alguna manera las inquietudes.


7.       7. Objetividad, pero no verdades absolutas.

Cuando hablamos de objetividad, nos referimos a que los argumentos sean válidos en todo ámbito posible, o que al menos, se delimite el alcance. Para ilústralo, tomemos conceptos políticos tan polémicos como izquierda y derecha. Intentar agregar dentro de un mismo grupo los ideales de izquierda de la Asamblea Nacional Constituyente de la Francia de 1789, la teoría marxista, la unión soviética, y un partido político de un país en la era actual, es un error garrafal. Si bien puede rastrearse líneas de pensamientos similares de un ideal político a través del tiempo, los aspectos particulares y límites no son absolutos, al menos en este ejemplo.

Una segunda imagen que nos puede acercar al ideal de la objetividad, es a partir de la justicia. Que una persona agreda a otra de manera voluntaria y calculada, es algo que en cualquier parte del mundo puede considerarse como malo. Igualmente, se podría estar de acuerdo, que la persona afectada necesita una retribución equiparable. Sin embargo, ¿qué pasaría si la persona afectada decide no recibir una retribución? O, ¿si la agresión es de tal magnitud que no puede retribuirse? La objetividad se alcanza cuando el objeto de estudio, la información y el entendimiento del mismo, logra un grado irrebatible conceptualmente. Al menos hasta que nuevos descubrimientos o información lo hagan.

8.       8. La información.

Las teorías científicas no son eternas y su objetividad, al igual que cualquier otro saber, depende del progreso en el conocimiento. Así, ya no es aceptable para la comunidad científica las teorías de los humúnculos de Paracelso, la generación espontánea, la teoría aristotélica de la gravedad, el Éter, etc. Más o menos pasa lo mismo con la filosofía.

Si hay algo que la define, al menos al ideal de esta, es la documentación. Al igual que cualquier saber que quiera ser válido, toma tiempo. Hay que leer, leer y leer mucho y de muchas áreas. Digamos que deseamos hacer un análisis filosófico del concepto de familia. Aunque suene posible, es un concepto muy amplio; lo delinearé rápidamente. Se investigará sobre el concepto de filosófico en familia en el nuevo testamento. Y si bien puede sonar sencillo, esta lectura debe ir de algunas exigencias, como acercarme al texto desde su contexto, quienes escribieron los libros que esta parte incluye, si ya existen investigaciones previas sobre el tema, etc.

Depende por lo camino que elijamos en principio, como los que vamos descubriendo paso a paso, la información se ampliará o reducirá, como nos exigirá replantear el alcance inicial que nos propusimos.


9.       9. La emocionalidad.

Si vamos a recurrir a un análisis de las fuentes para informarnos, hay que buscar que sean imparciales y no solo que lo aparente. Tanto en método como en intención. Esto se justifica al entender que los humanos somos profundamente emocionales. Actualmente pasamos horas y horas frente a medios de entretenimiento que conocen bastante bien nuestros gustos, y lo que hacen es mostrarnos cosas que no agradan, pero en la filosofía se debe buscar la imparcialidad.

Esta es una parte compleja, porque constantemente defendemos ideas que nos parecen correctas, que a veces de son totalmente infundamentadas, y otras tantas con fundamentos flojos. Incluso los grandes pensadores terminan, sin saberlo, aceptando ideas solo por que les son afines, y la verdad se ve reducida por la cobardía de aceptar que se está en el error, o la ingenuidad de creer y querer tener la razón en todo.

Se espera que la filosofía acuda a la razón y no a las emociones para determinar qué es verdadero y qué no. No se puede negar que las emociones son un elemento importantísimo de los seres humanos, pero no esto funciona como fundamento en la búsqueda de la verdad. ¿Imaginan que la tierra fuera plana solo porque unos así lo quieren? ¿o que los fenómenos naturales se dieran en función de rituales? No. Apelar que la mecánica de la realidad se da como efecto de las emociones, excluye el ejercicio de la razón.

           10. El carácter disciplinario.

Si has llegado hasta acá, te agradezco de corazón. No cualquiera desea saber algo respecto a la filosofía, leer sobre la misma para comprender, repasar o seguramente refutar. Aun así, queda algo muy importante, que al menos me lo parece a mí. El carácter disciplinario de la filosofía.

Bien es sabido que uno de los grandes filósofos de la historia occidental no solo no escribió nada sobre sí mismo y su saber. Me refiero a Sócrates. Lo que de él nos ha llegado, se da a partir de sus discípulos, como Platón y Jenofonte, o discípulos de discípulos como Aristóteles. A pesar de ello, el pensamiento filosófico es una disciplina: la disciplina de pensar.

Puede que esto no parezca tener la profundidad y la relevancia que quisiera darle, porque todos pensamos ¿no? Pero qué pasa si después del recorrido que he dado en este pequeño texto, asumimos que el filósofo es el profesional del pensamiento. Que dedica toda su vida a cuestiones que le exigen al máximo capacidades de razonamientos y argumentación. Que busca y encuentra sutilezas que no percibimos, y que muchos de esos desarrollos a los que llega son aún vigentes, a tal punto, que temas que consideramos vitales en nuestro mundo contemporáneo, hace que nos volquemos una y otra vez en busca de su saber.

No es poca cosa tener esto último en cuenta, sobre todo cuando algunos conceptos o categorías de la filosofía se nos hacen complejas, pues es razonable (sin contar los malos docentes o escritores “oscuros”), que sea una forma de entender el mundo tan especializada, que a veces apenas aruñamos lo básico. Más o menos como entender las cuatro operaciones básicas, y por mucho quedarnos con algo de fraccionarios, pero no entender el lenguaje matemático cuando entramos en cosas como el precálculo o el cálculo.


Por último, cabe recalcar, que esto no es un sumario absoluto, pero si unos puntos, con dije al principio, lo más sencillos posibles, casi a nivel de secundaria, para identificar cuando se puede estar pensando algún problema filosófico, cuando se esta pensando filosóficamente o cuando algo no es definitivamente filosofía. Porque más que grandes sistemas de pensamiento absolutos, la filosofía es una gran herramienta, o caja de herramientas, para evaluar el funcionamiento de lo que entendemos por la realidad.

 

Referencias

Fernández Liria, C. (2012). ¿Para qué servimos los filósofos? Madrid: Libros de la catarata.

Giannini, H. (2005). Breve historia de la filosofía. Santiago de Chile: Editorial Catalonia.

Olivé, L. (2000). Cómo acercarse a la Filosofía. México: Editorial Limusa.

Russell, B. (1945). Historia de la filosofía occidental. Argentina: Simon & Schuster.

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