La filosofía es un caso
particular, porque mientras muchos podrían asegurar que es un área donde se
habla de temas que no tienen nada que ver con la realidad, otros podrían tener
la convicción acerca de que realmente la filosofía, si bien habla de cosas
reales, no hace o sirve para nada. Así, ¿para qué pensar sobre la vida, si ya
tenemos a la biología? ¿Para qué la muerte, si las múltiples religiones nos
pueden dar una respuesta adecuada a nuestras afinidades? ¿Para qué pensar la
violencia si tenemos leyes? ¿Para qué hablar de política si tenemos ya partidos
y legisladores? Y ni hablar de definir como tal a la filosofía. No solo porque
no es un trabajo fácil para los mismos expertos. De hecho, aun se sigue
redefiniendo aspectos de la misma y desarrollando nuevas áreas donde se
considera aplicable.
1. No
todo es filosofía.
¡Me traicionó el inconsciente!
Podría afirmar alguien que confundió el nombre de una persona. “Los polos
opuestos se atraen”, sería un comentario casual sobre una relación de pareja.
Lo interesante, y que tienen en común las dos expresiones anteriores, es que ambas
ponen en dominio común el uso de concepto que han sido desarrollados por diversas
disciplinas. La primera, el (o lo) inconsciente, por el psicoanálisis; la
segunda, polos opuestos que se atraen, por la física.
Si bien el lenguaje es dinámico,
y como dirá Aristóteles: “el ser se dice de muchas maneras”, el problema
subsiste cuando, en este caso, la filosofía se pone en servicio de cualquier
forma de pensamiento o de concebir la realidad. Así, la forma de entender la
vida de Neymar o James Rodríguez, como los objetivos y políticas de una
empresa, o la forma de dilucidar las mecánicas de la naturaleza a partir de los
astros en la astrología o la religión, no son filosofía propiamente dicha. Son
formas de ver o tratar con la realidad de acuerdo a fines específicos, más
afines a las creencias. Aun así, estas creencias, al igual que el conocimiento
en general, servirá como fundamento para filosofar.
2. 2. Es
un ejercicio de segundo grado.
Esto puede sonar extraño, pero es
más sencillo de lo que puede parecer. La filosofía necesita de otro saber para
realizarse. Así, filosofar sobre la matemática, necesita en principio de algo
llamado matemática; la epistemología, se basa en presupuestos e investigaciones
de cómo conocemos; la ética, requiere del comportamiento humano y de lo que se
considera como moral o inmoral, etc. Incluso, hay filosofía de la filosofía.
La filosofía, entonces, lleva a
cabo su acción sobre un saber dado, que se toma como verdadero o absoluto. Que
tiene un estatus casi de incuestionable, y del cual puede sonar en algún
aspecto sospechoso.
3. 3. Examina
la validez de las cosas.
La evidencia en que se basa un
saber para ostentar el título de verdadero, es una de las formas claras para
defender una creencia. Así, en la antigüedad, el que lloviera era evidencia de
una fuerza natural y fuera del control del hombre. Por ello, este fenómeno era
fácilmente atribuido a un dios, que al ser benéfico, sería gracias a su bondad,
y si resultaba desastroso, por su ira. Pero si bien la lluvia es algo que todos
podemos evidenciar, la cosa no es tan clara con sus causas. ¿Podemos estar
absolutamente seguros que su causa es la voluntad de un ser divino? ¿Es
absolutamente necesario que una voluntad caprichosa nos traiga a veces la
lluvia precursora de la vida, o torrenciales destructores? ¿Por qué un dios de
tal poder necesitaría ofrendas o sacrificios para satisfacerse?
4. 4. Algunos
temas tradicionales de la filosofía.
Si hablamos sobre el amor, tanto
un psicólogo como un neurólogo, tendrán una respuesta bioquímica. Que si bien
puede ser verdadera, no nos dirá cómo debemos vivir el amor. Cuando el
psicólogo nos invita a llevar a cabo ejercicios personales y sociales para
equilibrar nuestras emociones, no puede definir a ciencia cierta si hay un
concepto de amor que aplique para mí, con mis vivencias particulares, y en
común con todas las demás personas. Cuando se incursiona en qué entendemos por
amor a partir de estudios estadísticos, o herramientas cualitativas como la etnografía,
nos introducimos más en el espectro de la sociología. Por su puesto, hay
estudios de diversos temas desde una transversalidad de diferentes saberes:
económico – políticos, socio – psicológicos, biológico – social.
La filosofía abordará el tema desde un concepto ya establecido sobre el amor (numeral 2), qué se entiende por este, por qué se entiende de esa manera, cuales son los orígenes de ese concepto, qué implicaciones tiene para las personas que lo asumen como tal, la distancia entre el concepto asumido y la práctica, etc. Y así con otros temas de su tradición como la verdad, la creencia, el bien y el mal, la justicia, la moral, la vida, la muerte, el entendimiento, la identidad; y otros más recientes como la biopolítica, la bioética, el progreso, el consumismo, lo privado y lo público, etc.
5. Es
contraintuitiva.
El sentido común es la principal
herramienta que usamos para navegar en la realidad. Pero normalmente el sentido
común es un acuerdo tácito construido por la educación y la tradición. Así, por
ejemplo, actualmente, aun en ciudades que gozan de tecnología y acceso a la
educación, las personas tratan de asegurar el sexo de un bebé por la forma o
tamaño de la barriga de la embarazada, actividad que no tiene ningún sustento
científico. Otro sería hacer apuestas a los juegos de azar, como la lotería, a
partir de secuencias numéricas que encontramos en la cotidianidad, o nos llegan
de seres sobrenaturales, como familiares muertos o divinidades. Si esto es lo
que se cree normalmente como común, tanto la argumentación como la evidencia
sonará no solo como contraintuitiva, sino incluso ofensiva.
Es por esto que el saber
filosófico puede considerarse lejano de entender. Tiene a ver los problemas
desde otras perspectivas y en la mayoría de ocasiones socavando las bases sobre
las que construimos nuestras creencias. Claro, esto puede aplicarse a toda ciencia,
como por ejemplo la física, donde a nivel atómico los objetos como tal no
tienen contacto entre sí; es decir, si usted toma un vaso de agua con la mano o
siente la tela se la ropa en su piel, a un nivel tan pequeño para los sentidos
humanos, como común para los especialistas, usted no está tomando el vaso y la
tela no está tocando su piel.
6. 6. Preguntas
abiertas.
¿Has escuchado la expresión, una
puerta cerrada, pero muchas ventanas abiertas? Pues así funciona esto. Imagina
la primera persona que dudo, volviendo a uno de los primeros ejemplos, de la
lluvia. No solo ponía en duda una explicación abiertamente aceptada, sino que
al ponerla en duda, al menos por responsabilidad o curiosidad, comenzaba a
buscar otra explicación con un montón de preguntas nuevas.
Entendido, la lluvia no es el
capricho de un dios, pero entonces ¿cuál era la dinámica de esas formaciones
minúsculas de agua? ¿Tendría que ver con el agua de los ríos o el rocío de las
plantas? Si es así, ¿por qué medio el agua se eleva a los cielos para luego
caer? ¿Cuáles las condiciones o la necesidad de que vuelva a tierra como un
clico? ¿Qué pasa con los lugares que no llueve? Y así, la apertura de un solo
problema, a partir de la duda, se vuelve una búsqueda de respuestas en favor de
cerrar de alguna manera las inquietudes.
7. 7. Objetividad,
pero no verdades absolutas.
Cuando hablamos de objetividad,
nos referimos a que los argumentos sean válidos en todo ámbito posible, o que
al menos, se delimite el alcance. Para ilústralo, tomemos conceptos políticos
tan polémicos como izquierda y derecha. Intentar agregar dentro de un mismo
grupo los ideales de izquierda de la Asamblea Nacional Constituyente de la
Francia de 1789, la teoría marxista, la unión soviética, y un partido político
de un país en la era actual, es un error garrafal. Si bien puede rastrearse
líneas de pensamientos similares de un ideal político a través del tiempo, los
aspectos particulares y límites no son absolutos, al menos en este ejemplo.
8. 8. La
información.
Las teorías científicas no son
eternas y su objetividad, al igual que cualquier otro saber, depende del
progreso en el conocimiento. Así, ya no es aceptable para la comunidad científica
las teorías de los humúnculos de Paracelso, la generación espontánea, la teoría
aristotélica de la gravedad, el Éter, etc. Más o menos pasa lo mismo con la
filosofía.
Si hay algo que la define, al
menos al ideal de esta, es la documentación. Al igual que cualquier saber que
quiera ser válido, toma tiempo. Hay que leer, leer y leer mucho y de muchas
áreas. Digamos que deseamos hacer un análisis filosófico del concepto de
familia. Aunque suene posible, es un concepto muy amplio; lo delinearé
rápidamente. Se investigará sobre el concepto de filosófico en familia en el
nuevo testamento. Y si bien puede sonar sencillo, esta lectura debe ir de
algunas exigencias, como acercarme al texto desde su contexto, quienes
escribieron los libros que esta parte incluye, si ya existen investigaciones
previas sobre el tema, etc.
Depende por lo camino que elijamos en
principio, como los que vamos descubriendo paso a paso, la información se
ampliará o reducirá, como nos exigirá replantear el alcance inicial que nos
propusimos.
9. 9. La
emocionalidad.
Si vamos a recurrir a un análisis
de las fuentes para informarnos, hay que buscar que sean imparciales y no solo
que lo aparente. Tanto en método como en intención. Esto se justifica al
entender que los humanos somos profundamente emocionales. Actualmente pasamos
horas y horas frente a medios de entretenimiento que conocen bastante bien
nuestros gustos, y lo que hacen es mostrarnos cosas que no agradan, pero en la
filosofía se debe buscar la imparcialidad.
Esta es una parte compleja,
porque constantemente defendemos ideas que nos parecen correctas, que a veces
de son totalmente infundamentadas, y otras tantas con fundamentos flojos. Incluso
los grandes pensadores terminan, sin saberlo, aceptando ideas solo por que les
son afines, y la verdad se ve reducida por la cobardía de aceptar que se está
en el error, o la ingenuidad de creer y querer tener la razón en todo.
10. El
carácter disciplinario.
Si has llegado hasta acá, te
agradezco de corazón. No cualquiera desea saber algo respecto a la filosofía,
leer sobre la misma para comprender, repasar o seguramente refutar. Aun así,
queda algo muy importante, que al menos me lo parece a mí. El carácter
disciplinario de la filosofía.
Bien es sabido que uno de los grandes
filósofos de la historia occidental no solo no escribió nada sobre sí mismo y
su saber. Me refiero a Sócrates. Lo que de él nos ha llegado, se da a partir de
sus discípulos, como Platón y Jenofonte, o discípulos de discípulos como
Aristóteles. A pesar de ello, el pensamiento filosófico es una disciplina: la
disciplina de pensar.
Puede que esto no parezca tener
la profundidad y la relevancia que quisiera darle, porque todos pensamos ¿no?
Pero qué pasa si después del recorrido que he dado en este pequeño texto,
asumimos que el filósofo es el profesional del pensamiento. Que dedica toda su
vida a cuestiones que le exigen al máximo capacidades de razonamientos y
argumentación. Que busca y encuentra sutilezas que no percibimos, y que muchos
de esos desarrollos a los que llega son aún vigentes, a tal punto, que temas
que consideramos vitales en nuestro mundo contemporáneo, hace que nos volquemos
una y otra vez en busca de su saber.
Por último, cabe recalcar, que
esto no es un sumario absoluto, pero si unos puntos, con dije al principio, lo
más sencillos posibles, casi a nivel de secundaria, para identificar cuando se
puede estar pensando algún problema filosófico, cuando se esta pensando
filosóficamente o cuando algo no es definitivamente filosofía. Porque más que
grandes sistemas de pensamiento absolutos, la filosofía es una gran herramienta,
o caja de herramientas, para evaluar el funcionamiento de lo que entendemos por
la realidad.
Referencias
Fernández Liria, C. (2012). ¿Para qué servimos los
filósofos? Madrid: Libros de la catarata.
Giannini, H. (2005). Breve historia de la filosofía.
Santiago de Chile: Editorial Catalonia.
Olivé, L. (2000). Cómo acercarse a la Filosofía.
México: Editorial Limusa.
Russell, B. (1945). Historia de la filosofía
occidental. Argentina: Simon & Schuster.
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