viernes, 12 de mayo de 2023

Mamá en el siglo XXI

Ser mamá no es una cosa fácil y menos cuando se está soltera. Hay que despertarse cada mañana con el pequeño al lado, pasando la noche con un ojo abierto y otro cerrado en caso de que necesite algo; levantarse y esperar que nada extraordinario ocurra mientras uno se baña, viste y alista todo lo más rápido posible, para pasar inmediatamente a alistarlo a él y preparar el desayuno de ambos. Después, uno para la escuela y el otro para el trabajo. Y téngase en cuenta que esto es solo una pequeña parte, pues aquí obviamente hablé de la mañana y entre semana.

Pero continuando, añádase a esto el mantener una pequeña angustia todo el tiempo a pesar de saber que lo has destinado a una de las mejores instituciones para su correcta educación. ¿Mañas? ¿Malas maneras? ¿Rebeldía? Todo es posible, pero tristemente las mamitas no somos super humanos con el poder de estar pendiente de nuestros retoños cuanto queremos.

Además, no es fácil dedicar la mayor parte del día a un trabajo que te exige resistir malas experiencias. Pueden ser clientes, otras veces supervisores, o simplemente cualquier acontecimiento que amenaza con que continúes allí. ¿Pero por qué se logra superar todo esto? Bueno, es algo que estoy segura ninguna negará: siendo mamá, ese pequeño ser que no solo es una parte de tu vida, sino tu vida entera, merece tu mayor esfuerzo, pues tu también eres todo para el, o ella.

Peor eso sí, por supuesto, hay recompensas inigualables. Por ejemplo, compartir un fin de semana, completamente Libre de labor, tal vez en un parque, un centro comercial o donde sea con tu hijo. Porque sí, la satisfacción de verlo disfrutar de su comida favorita, de contemplarlo tan hermoso con la ropa que le compras, de saber que crece lo mejor posible, es suficiente para soportar cualquier sacrificio.

Pero, personalmente, y tal vez sea esto muy intimo, así que aquí me confieso, lo que más disfruto de cualquier día es, al terminar el este, sea el que sea, encontrarnos en nuestro pequeño refugio familiar; verlo llegar desde cualquier lugar de casa, rápido, ágil, como solo el puede hacerlo y acostarse a mi lado mientras bate su cola.

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