viernes, 5 de mayo de 2023

La traición

Regresó llorando a casa ignorando toda mirada. ¿Qué más podía hacer? El dolor. La furia. La indignación. Una mezcla que podría explotarle a cualquiera en la cara, se la reservó para sí misma, pues nadie más que ella lo merecía. ¿Por qué? Porque fue una ingenua: confió.

A su cabeza regresaba la maldita escena de hace aproximadamente una hora; cada movimiento de ese desgraciado, desde tomar la mano de la desconocida al frente del trabajo, con esa mirada de perrito muerto, hasta los jugueteos acompañados de sonrisas. ¡Pero claro! Él contaba con que sus horarios nunca cuadraban para verse después del trabajo. ¿Cómo no lo sospechó? ¿Cuánto tiempo habría estado engañándola?

Y aun así, había algo que realmente le corroía profundamente el corazón. ¿Que se acostó con esa vieja? ¡Propio de todo hombre infiel! ¿Pero cuándo fue la última vez que él había posado sus ojos en ella de esa manera? ¿Cuándo fue la última vez que demostró implícitamente, con cada contacto, ese tan profundo “Te amo” que rebozaba indudablemente con aquella mujer? No podía recordarlo. Así de mal iba todo y quién sabe desde cuando.

¡Pero no le rogaría! No señor. A final de cuentas, aun tenía un mínimo de dignidad. Terminaría todo con un solo mensaje. Ya lo imaginaba. Un Whatsapp que dijera algo como: “Lo vi todo hijueputa. Afuera de su trabajo. Por que sí, fui a darle una sorpresa y me la llevé yo. Vi todo el toque toque y la besuqueadera apasionada. ¿Sabe qué? Esta mierda se acabó y ni se atreva a buscarme”. Después lo bloquearía de todo lado. Lo dejaría con la frustración de dar una respuesta. Y es que si tuviera dinerito ahorrado, sería capaz hasta de mudarse con tal de alejarse de todo lugar que pudiera recordárselo, pero esos lujos no los tiene cualquiera.

Constreñida a volver a casa en lo que quedaba de aquel día libre, con las luces de las farolas juzgándola en aquella noche bogotana, sin energías ya ni para seguir llorando, entró a casa, cruzó la sala de silenciosas luces hasta a su habitación, se empijamó y se metió a la cama. No olvidó, por su puesto, darle las buenas noches a su esposo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario